Estaba una viejecita con su canario, y empieza éste a cantar y a cantar,
cuando ella reacciona y le dice “¡Oye, no me hables en ese tono!”
Chiste popular con no mucha gracia.
El don de hablar es una de nuestras capacidades humanas, y como tal, sólo
la notamos cuando la perdemos ¿Te haz quedado afónico alguna vez?
Pero las redes sociales están plagadas de comentarios como: “no soporto a
mi jefe ni a mis compañeros”, “estoy peleando otra vez con mi mamá”, “paso más
tiempo discutiendo que conversando con mi pareja”.
El estar en desacuerdo con alguien no siempre significa que debamos romper
la relación con esa persona; los árboles se empujan unos a otros con sus ramas a
la vez que mantienen sus raíces firmes.
Hay personas que se cambian de vecindario, de trabajo o etc. porque donde
estaban “había demasiados desacuerdos”, y ya cuando se ubican en su nuevo
mundo, parece que los problemas se mudaran con ellos, y piensan “¿Acaso el
problema era yo mismo?”; lo que realmente está ocurriendo, es que donde sea que
haya personas habrá problemas, es parte de nuestra naturaleza y es mejor aceptarnos
como somos.
Cuando nos enojamos decimos que perdemos el control; el control de las palabras
que decimos, el control de nuestro tono de voz; con frecuencia llegamos al
punto más crítico que es repetir gritando una y otra vez las mismas palabras, preparando
el terreno a la violencia física.
Los filósofos del siglo XIX pensaron que una discusión no tenía porqué
destruir una idea, ya que el discurso es la materia prima de su ciencia, no
podían terminar siempre destruyéndose unos a otros; así que crearon lo que
llamaban “Tríada Dialéctica”, o sea, alguien presentaba una idea y le llamaban
Tesis; luego en el futuro alguien presentaba otra idea que reñía con la primera,
a ésta nueva la llamaban Antítesis; entonces al razonar ambas ideas iba
surgiendo un nuevo pensamiento, a ésta idea mestiza la llamaban Síntesis ¿Qué tal
si practicáramos esto en la vida diaria?
Hay personas muy delicadas de tratar, en mi país decimos “hay que tratarlos
con pinzas”; puede ser nuestro jefe, nuestra suegra, o nuestra pareja; el mejor
consejo que me han dado al respecto, es: “Si en una fiesta alguien dice algo
con lo que no estás de acuerdo, puedes permanecer en silencio o cambiar de
plática, porque el objetivo de la fiesta es pasarla bien; en una sesión de
negocios es otra cosa”.
¿Cómo no discutir cuando conversemos con nuestros padres o abuelos? Pues lleguemos
con el entendimiento de que ellos son de una generación distinta; que la edad
reduce su audición y su vista; que su memoria es su tesoro, por lo tanto les
gusta volver a contar las mismas anécdotas. Si ellos soportaron que “no
estuviéramos a su nivel” cuando tuvieron que cuidarnos de bebes, soportemos nosotros su segunda infancia, además el objetivo de visitarlos
es pasar tiempo de calidad con ellos, no atormentarlos ¿O acaso eres un buitre
que espera por la herencia?
Pulgares opuestos y el don del habla son las herramientas básicas que han
forjado a la humanidad según dicen los antropólogos; utilicémoslos bien, no nos
arranquemos los pulgares ni destruyamos nuestra capacidad de conversar, después
de todo, el objetivo de nuestra vida es ser felices.
Pásenla bien, Atte. El Saul.
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